Adolfo Pérez Esquivel, llamó a “construir una sociedad mejor para todos y todas” más allá de las posiciones políticas y religiosas, al participar de la presentación en la Feria del Libro, de Para ser humanos: páginas donde desgrana su historia de vida y su pensamiento a favor de la paz, en conversaciones con el escritor y psicólogo Pablo Melicchio.
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Artista, docente, defensor de los derechos humanos, Pérez Esquivel, a sus 92 años, inició la charla preguntando a los asistentes si se conocían entre sí y ante la respuesta obvia del no, los invitó a saludar al que tenían al lado. “¿Cómo vamos a cambiar el mundo si no nos conocemos; cómo vamos a hacer avanzar esta Argentina tan amada y castigada si no nos conocemos?”, desafió en el recinto de la sala Bioy Casares colmada de personas, con una gran asistencia de jóvenes, de la que también participó el periodista cultural Osvaldo Quiroga.
“Invito a hacer este ejercicio que hago en la facultad el primer día de clases para que se saluden. Este pequeño ejercicio es muy importante porque ese hombre o mujer que tenemos al lado tiene distintas posiciones políticas y religiosas, pero todos tenemos los mismos derechos y por eso tenemos que construir una sociedad mejor para todos y todas y para eso tenemos que conocernos”, explicó.
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Pérez Esquivel recibió el Nobel de la Paz en 1980, en plena dictadura militar argentina, vivió la experiencia de los vuelos de la muerte y minutos antes de ser arrojado al Río de la Plata lo salvó la presión de referentes políticos y organismos internacionales. En su exposición en la Feria instó a construir desde el amor, finalmente aquello mismo que lo rescató: “Todo lo que hacemos si no es con la fuerza del amor no tiene sentido. El amor nos da sentido como seres humanos”.
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¿CÓMO?
Si bien el Nobel debió retirarse de la sala por una cirugía de urgencia a la que iba a ser sometido su hijo, su breve paso llenó de magia el recinto. En momentos de incertidumbre e incertezas por las políticas que aplica el gobierno nacional, deseó a todos los presentes en especial a los jóvenes “tener mucha fuerza y esperanza”. “No se olviden de sonreírle a la vida, si sonreímos quiere decir que no nos vencieron”, afirmó Pérez Esquivel, un ejemplo de lucha y resiliencia que perdió a su madre de muy pequeño, vendió diarios en la calle, pasó hambre y se crio en un orfanato, separado de sus otros hermanos. Desde ese lugar luchó por los más débiles, los pueblos originarios y los perseguidos por motivos políticos.
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Para ser humanos reúne a través del diálogo con Melicchio, la historia de vida de Pérez Esquivel y rescata la figura de Jaime Nevares, Leonardo Boff, monseñor Enrique Angelelli, asesinado en la dictadura militar. El libro, de editorial Marea, también da cuenta de que el Nobel trabajó en parroquias y en barrios, donde se interesó por la situación de los oprimidos y los marginados.
En 1976, fundó el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), para colaborar con las comunidades indígenas y las personas en situación de vulnerabilidad.
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Adolfo Pérez Esquivel recibió el Premio Nobel de la Paz en 1980 por su trabajo en contra de las violaciones a los derechos humanos. En los diálogos también reflexiona sobre la tiranía de los medios de comunicación, el capitalismo salvaje, la ansiedad exacerbada, la necesidad del equilibrio social sobre el desarrollo per se y, en especial, la búsqueda de la paz y la no violencia. Porque la humanidad tiene que recuperar la esperanza, pero una esperanza activa, basada en la espiritualidad, más allá de las religiones, uniendo energías para ser cada vez más humanos.