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"La mujer del malón", de Daniel Guebel, o una relectura del siglo XIX en clave feminista

La novela del prolífico escritor argentino, publicada hace unos meses por Random House, reformula el tópico sarmientino de civilización y barbarie para contar la obsesión de Adolfo Alsina con una joven viuda que se opone a los mandatos de la época.

Foto: Infonews.
Foto: Infonews.

No sería impertinente decir desde el vamos que La mujer del malón es la historia de una obsesión. La novela de Daniel Guebel, editada hace unos meses por Random House, nos lleva al siglo XIX argentino para ser testigos del (des)encuentro entre María, una viuda joven, independiente y enigmática, y el político y militar Adolfo Alsina, quienes se conocen en una de tantas reuniones que se realizaban por ese entonces en los salones de la sociedad porteña. Tras ese día en el que “hablaron como si estuvieran solos”, según grafica el comienzo de uno de los capítulos del libro, la vida de Alsina ya no será la misma. Su tiempo estará destinado pura y exclusivamente a conquistar a la muchacha, quien parece no tener el más mínimo interés en el funcionario argentino.

La frase anterior revela, si se quiere, las dos cuestiones centrales de la historia de La mujer del malón, en definitiva, el anverso y el reverso de una misma moneda; por un lado, los intentos desesperados de Alsina por volver a ver a María (¿acaso su obstinación puede ser entendida como una de las tantas formas del amor?); por el otro, la desaparición -¿involuntaria o deliberada?- de la joven. En esta incomunicación de los protagonistas se juega buena parte de la tensión de la novela.

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De hecho, la distancia entre Alsina y María se debe, aparentemente, a la irrupción de un tercer actor, el cacique Pincén, quien habría convencido a la muchacha de vivir en su toldería con los suyos (claro, los indios). A Adolfo, reconocido en esos tiempos como un feroz combatiente de los malones, el cambio de vida rotundo de la joven le resulta inadmisible; ¿qué mujer civilizada decidiría por motus propio vivir con los indios?, podría ser la pregunta que resonaría en su cabeza.

Con el orgullo herido, el funcionario tomará una decisión descabellada: construir una extensa trinchera hasta la toldería de Pincén para rescatar a María (hecho conocido por la historia argentina como la Zanja de Alsina). Pese a los reparos del gobierno local, comienza la obra faraónica. Mientras va tomando forma (por decirlo de alguna manera), el ingeniero francés Alfredo Ebelot llega a Buenos Aires y pronto se le encomienda que inspeccione y de un veredicto sobre el proyecto arquitectónico de Alsina. Casi sin darse cuenta, el profesional extranjero entabla amistad con Alsina y se suma a la empresa, dejando atrás el aburrido mundo de las certezas.

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En La mujer del malón, Guebel propone una relectura irónica del siglo XIX argentino. En su novela, el autor de El absoluto, El hijo judío y Un crimen japonés, entre otros libros, recurre a la clásica dicotomía sarmientina de civilización o barbarie para reformularla con una mirada feminista. Si lo consigue o no, quedará a criterio del lector o la lectora. Sin embargo, de lo que no hay dudas, es de que se trata de un libro alejado de cualquier oportunismo. Escrita sin rodeos y rebosante de humor, La mujer del malón nos demuestra, una vez más, que la historia es una bestia con mil caras.
 



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