ALUCINEMA | A vendredi | Documental de Godard | Mitra Farahani | Robinson

Un documental refleja el legado que Godard dejó al cine y las ideas

Los últimos tiempos del ícono de la Nouvelle Vague aparecen en “A vendredi, Robinson”, donde intercambia reflexiones (por mail) su colega Ebrahim Golestan. Dirige la iraní Mitra Farahani.

Jean-Luc Godard en
Jean-Luc Godard en "A vendredi, Robinson"

Con la muerte de Jean-Luc Godard “no ha cambiado absolutamente nada”, salvo “nuestro sentimiento de pena por saber que su mirada, esa mirada cinematográfica, ya no nos va a acompañar”, asegura la realizadora iraní Mitra Farahani, quien fue colaboradora del director francés y lo retrató en su último tiempo en el documental “A vendredi, Robinson” (Hasta el viernes, Robinson), que es un legado sobre las ideas del artista parisino por adopción, además de un registro del intercambio epistolar que JLG mantuvo con su colega iraní Ebrahim Golestan.

El film pudo verse en la edición de este año del Bafici y se exhibió días atrás en el Festival de Guijón, en España. Se trata de 90 minutos de imágenes que, además de hablar de cine, ponen en juego las propias armas del arte cinematográfico como transmisor de conceptos e ideas.

Farahani en su documental habla de la soledad, del fin de los días, también del testamento de dos artistas, Godard y Golestan, de su obra y su legado.

El intercambio entre los realizadores, según puede verse en el film, fue a través de correos electrónicos. En ellos, durante un tiempo, cada viernes ambos se enviaron mensajes en los que reflexionaron sobre sus pasiones (el cine, las relaciones, el tiempo finito), cada uno desde su hogar; uno en Londres, el otro en Ginebra.

En un artículo publicado en Eldiario.es Farahani señala que tanto Godard como Golestan “nos han dejado una herencia de pensamiento”. Y el concepto se hace palabra viva en cada mail enviado en esos especiales días viernes,

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Aunque él ya no está, lo que sigue estando es su mirada, que es algo que jamás perderemos. Ahora mismo no tenemos a Godard, pero lo que sí podemos hacer es mirar desde su punto de vista”, dice la directora sobre el realizador nacido en Suiza que revolucionó el cine francés y desde París hizo lo propio con el celuloide del mundo entero.

Sobre el diálogo entre ambos cineastas, la directora iraní considera que  “se tendría que haber hecho en los años 60” y que “de hecho Golestan estaba en contacto con uno de los críticos de Cahiers du Cinema y podrían haber tenido este debate con la Nouvelle Vague en su momento, pero nunca se produjo”.

“Me interesaba pensar cómo puede vivir un pensador”, dice ella sobre lo que le motivó la propuesta a JLG, que la aceptó sin mayores filtros. 

"Todo ha coincidido para que el proyecto final sea el que es, con la edad de los personajes y su propio entorno”, señala Farahani,

Godard “utiliza, de alguna forma, la figura de Golestan para hablar al público”, acota, y aclara: “El material que aparece en la película no es mi material, sino que es el material de Godard, y Godard decide destruir el lenguaje. Él decide cargárselo completamente. Y Golestan lo tiene que percibir de la manera que él considera. De esta forma, Godard no solo mata el lenguaje, sino que consigue crear uno nuevo propio a partir de esa destrucción",.

Para cierre, una de las frases que dispara el realizador de Sin aliento y Adiós al lenguaje: "Nunca somos lo suficientemente tristes para hacer del mundo un lugar mejor”.

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